REFUGIO INTERIOR

En el silencio de una habitación, una figura se abraza a sí misma. Los brazos se entrelazan con la fuerza de alguien que busca protegerse del mundo exterior. El rostro está oculto, hundido en las manos, como si al no ver la realidad, pudiera escapar del dolor que la rodea. En ese autoabrazo, hay un refugio, una pequeña isla de paz en medio del caos.
La sensación de las manos recorriendo los propios brazos trae un consuelo indescriptible, una especie de ternura que solo uno mismo puede ofrecer. Al cubrirse el rostro, encuentra un respiro, un momento de alivio donde las preocupaciones y las realidades duras desaparecen. Es un acto de valentía y vulnerabilidad, una declaración silenciosa de la necesidad de un refugio interior, un lugar donde el alma puede encontrar descanso y consuelo.
EL ANHELO DE MIL Y UNA COSAS.